Hoy es el Día Internacional del Libro. De todos es sabido, que esta fecha, 23 de abril, procede del fallecimiento de los escritores Miguel de Cervantes, William Shakespeare y Garcilaso de la Vega. Del origen de esta celebración, hay que remontarse hasta 1930 en Cataluña, el día de San Jorge (Diada de Sant Jordi) donde era tradición el intercambio y regalo de rosas y libros.
De esta tradición surgieron los argumentos para que el 15 de noviembre de 1995 la Conferencia General de la UNESCO aprobara la propuesta, a partir de que este día, el 23 de abril seria el Día Internacional del Libro y del derecho de Autor.
Desde el año 2001, también se designa a una capital del mundo como: Capital Mundial del Libro. Este año 2011 ha recaído en Buenos Aires (Argentina).
Vaya mi felicitación desde aquí, a esta ciudad maravillosa que es Buenos Aires, que ha sido y será siempre una "ciudad de libros". ¡Enhorabuena!
LOS LIBROS Y LA LECTURA
Para mí, la lectura no sólo es un placer. "La lectura de un buen libro, como diría André Maurois: es un dialogo incesante, en que el libro habla y el alma contesta". Un libro me da paz, tranquilidad, sosiego. Es el más generoso y desinteresado amigo. Es el tiempo para mi tiempo. Verdaderamente disfruto de la lectura y del silencio que se necesita para leer. Ese es el momento, cuando descubro un buen libro, el más gratificante de todos los momentos. Los autores se pueden ir o no, pero sus obras están ahí para deleitarnos, para hacernos feliz.
Esta semana estoy leyendo un libro de Enrique González González. “La risa, la comprensión y otras tantas cosas buenas para la salud ”. Es un libro con una serie de artículos y pequeños ensayos relacionados con la salud, reflexiones, amigos, médicos etc. Enrique es un prestigioso médico y escritor. Nacido en La Laguna en 1927, es un gran humanista de los de verdad. Sabe llegar muy bien al corazón. Conoce la enfermedad y conoce bien al ser humano. Nos habla de la risa, ese remedio infalible, bueno barato sin contraindicaciones. No habla de la comprensión, de la paciencia, del peso de la vida, de la muerte con dignidad, de la amistad tardía. Un libro que te hace reflexionar. Y que hay que leer cada cierto tiempo.
Precisamente por ser hoy Día del Libro les dejo con este artículo de Enrique González.
EL LIBRO, EL AMIGO MÁS GENEROSO
Soy un libro, hojas de papel. Folios numerados: páginas. Por un borde, pegadas, cosidas; por los otros cortadas. Tengo signos, letras ordenadas por reglas determinadas: ortografía y sintaxis. Algunos hombres no las obedecen. Sin la sintaxis impide la inspiración, fuera de la sintaxis. Algunos son buenos prosistas y malos gramáticos, otros excelentes poetas pero malos versificadores. Si la invención es agradable y la obra tiene espíritu es suficiente. “Que la expresión impresiona y gustará seguro” Lucano
Manos de monjes hicieron maravillas en mis páginas. La tinta, la imprenta, todo se ha mecanizado. La impresión se ha simplificado. Sin embargo, para que el hombre pueda escribir, no sólo tiene que utilizar los tres dedos que mueven la pluma o los diez que teclean la máquina, sino que en ello tiene que trabajar todo el cuerpo y el alma entera.es proverbio modificado. Mi estirpe es numerosa. He proliferado mucho. No han podido destruirme. Concebido en grandes palacios, claustros, buhardillas, chozas, burdeles, cárceles. Nacido desde el alba de la historia, en la oscuridad de los tiempos. Soy tan viejo como la misma historia. Hijo de santos, ateos, locos, drogadictos, ladrones, criminales. A veces, bastardo, anónimo, dirán. Hijo de artistas. Sólo quien busca la inspiración puede escribirme. No importa ni su moral ni su condición. Rectificando errores anteriores, recogiendo ideas fraguadas en las nieblas de los sueños, trabajando en los ensueños, en horas de insomnio, se me construye mejor. Protegido por soberanos y monjes. Fui quemado como hereje, perseguido como judío, exiliado como político, encarcelado por inmoral. Antes vivía en palacios y monasterios, hoy vivo con el pueblo. Soy libre. No hay reyes, no gobiernos, ni religiones qué me dominen.
Ahora comprendo quien soy. Amigo inseparable del hombre. Si “la amistad se alimenta de la comunicación”. Lo dijo Michael de Montaigne, en eso no hay quien me iguale. Soy el más generoso, entrañable y desinteresado amigo. Nada pido, lo doy todo. Puedes olvidarme en el más alto anaquel de tu biblioteca o en el más escondido cajón de tu casa. Cuando me toques, en los momentos más difíciles de tu vida, siempre te prestare ayuda. Solo tienes que abrirme, pasar mis páginas y detenerte un poco de tiempo en ellas. Te daré normas de convivencia, ideas para tu pensamiento, dimensiones distintas de a existencia humana. Provoco continua meditación. Contesto todas las interrogantes.
A veces hablo con metáforas, alegorías, simbólicamente, otras con sarcasmo, risas o en completa fantasía, pero siempre quiero decir algo importante.
Los escritores dicen que son mensajes, que sólo reconocen sus amigos. Recuerdo que Joyce, la víspera de la publicación de Ulises, comentaba: “lo malo es que el público pedirá y encontrará una moraleja en mi libro, o peor, lo tomará de algún modo serio, y, por mi honor de caballero, no hay en él unas sola línea en serio”. Que digan ellos lo que quieran, aunque produzcan carcajadas, mi fin es siempre serio.
Es mi fin dar salud a los hombres. Los que me utilizan a diario viven más y mejor. Con más satisfacción, dignidad y paz. Soy más tranquilizador que la mejor de las drogas. Más relajante que cualquier ejercicio físico. Más confortable que la mas sabrosa y tonificante bebida. Más placentero que el más grandioso espectáculo. Recuerda las edades que alcanzaron mis grandes amigos Menéndez y Pelayo, Menéndez y Pidal, Tolstoi,Hermann Hesse, Ramón y Cajal, etc. todos ellos resolvían sus problemas con daños mínimos para su salud. Eso que llaman stress conmigo no produce enfermedad. No ataca al corazón, ni a la mente.
No lo olvides. Soy un libro, el amigo más generoso. Te doy tranquila felicidad y prolongada salud. En este mundo, muy poscas cosas pueden competir con estas páginas, cosidas, cortadas y escritas. Busca y rebusca en ellas. Seguro que, también, encontrarás el verdadero motivo de la existencia humana. Lo más importante para el hombre. Eso que nadie quiere llamar por su propio nombre. Pero sólo se llama : Dios.
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